MÓVILES PROHIBIDOS EN LOS CENTROS ESCOLARES
Recuerdo que, en mi época de estudiante,
los profesores decían que te preparaban para la vida, que era importante saber
escribir y hablar correctamente, que era imprescindible saber las fechas de los
acontecimientos históricos, ya que: Teníamos que conocer nuestro pasado, que sin
saber multiplicar difícilmente sabríamos defendernos en la vida…
Hoy (y en el año 1998, mi etapa
de estudiante, también) si no tienes una ortografía impecable, los programas
informáticos en los que casi todo el mundo escribe, te indican que has escrito
mal una palabra e incluso te la cambian de forma automática si así se le ha
indicado.
Hoy (y en los años 90, también)
las calculadoras se utilizan a diario para resolver cualquier problema matemático
que nos surja, especialmente si es un problema tan simple como realizar una multiplicación.
Hoy, sigo seguro de que conocer la
fecha exacta de cada acontecimiento ha sido una total y absoluta pérdida de
tiempo.
Decían y dicen, que nos preparan
para el futuro que nos queda por delante, un futuro que va en una dirección
claramente marcada: La tecnología. En una época donde todo el mundo tiene en su
bolsillo un aparato que sirve para enviar cartas instantáneas, hablar, tanto en
lenguaje oral como escrito con cualquier persona, en cualquier parte del mundo,
que tenga un dispositivo similar. Donde tienes una calculadora incorporada,
donde puedes ver la televisión, escuchar la radio, consultar cualquier dato que
necesites en las mayores bases de datos del mundo… En una época donde la
inteligencia artificial ya es una realidad, a los niños les dicen:
- No, eso no lo vas a aprender
aquí, porque aquí se viene a aprender las cosas importantes de la vida: como la
fecha en la que tres embarcaciones partieron para en nuevo continente a conquistar
América “de buen rollo”, como exigía la grandiosa reina en ese momento - Porque,
para prepararte para la vida, te tienen que adulterar también un poco la
historia, no vaya a ser que nuestros pequeños descubran que la reina Isabel era
sospechosa de cargarse a sus hermanos. – Aquí vas a aprender de memoria la
tabla de multiplicar – Porque, claro, en el futuro nadie utiliza las absurdas
calculadoras, menudo invento inútil – Aquí vas a memorizas las preposiciones,
vas a analizar las frases, vas a… - A hacer el imbécil, señores. Mandamos a
nuestros hijos a hacer el imbécil.
No se les enseña ofimática (algo
que, ahora mismo, te exigen hasta para repartir pizzas en el dóminos). No se
les enseña a instalar un programa en el ordenador, no se les enseña como prevenir
virus, no se les enseña lo que es un antivirus, no se les enseña a enviar un
correo electrónico, no se les enseña como utilizar un traductor instantáneo
para poder hablar con personas de cualquier parte del mundo…)
Hoy, en 2024, tenemos en nuestro
bolsillo: Un aparato que traduce cualquier lengua del mundo, que calcula
cualquier operación que le pidas, que te busca, en la mayor base de datos que
ha existido, cualquier información que necesites, que te permite comunicarte
con cualquier persona en cualquier lugar al instante, que te permite comprar y
leer al momento cualquier libro que haya salido a la venta, un aparado que nos
permite pedir auxilio de forma instantánea si tenemos un problema, que nos
permite hacer una foto de un accidente para tener pruebas en caso de que se
necesiten, que nos permite activar un sistema de localización para que, si
ocurre algo, se pueda identificar con más facilidad en donde estamos y en donde
hemos estado… Pero el sistema educativo sigue enseñando lo mismo que en 1936 (y
me voy a esta fecha, porque esta, curiosamente, la pasaron muy por encima en mi
época de estudiante, se ve que su importancia para este país era mínima).
Hace menos de una semana, el
gobierno, ha decidido, a petición del padres y profesores, prohibir los
teléfonos móviles en horario escolar. Su lógica es: Hay niños que graban bullying
y se jactan de ello, hay niños que se mandan mensajes en horario de clase, hay
niños están jugando con el teléfono en lugar de estudiar, hay niños que
utilizan el teléfono como chuleta y un enorme número más de “hay niños”. No piensan,
por ejemplo, que a lo mejor el niño del bullying quiere tener su teléfono por si
huele que le van a dar una paliza, no piensan que si nadie graba la agresión es
la palabra de un niño contra el otro y el 90% de los testigos callarán por
miedo mientras el 9% lo harán porque son amigos del matón (me he dejado un 1% consciente
de que uno de cada cien, sabrá hacer lo correcto) ¿sabéis por qué lo sé? Porque
tengo memoria, porque recuerdo casi todos los días de mi vida en los centros
educativos y sé como funciona (que nadie se alarme, ni he sufrido bullying ni
lo he provocado, al menos, conscientemente, pero sí, he sido cómplice con mi
silencio). He visto como ataban a un chico a un poste en el lateral del patio
del colegio y simulaban prenderle fuego en los pies ¿sabéis lo que pasó cuando
los profesores nos interrogaron? Nadie sabía nada. He visto cómo cogían un
libro de lengua castellana de un compañero y lo destrozaban en el aula, nadie sabía
nada. He visto como pegaban a un compañero, como ridiculizaban a otro a diario,
como encerraban a uno en el armario del aula mientras este, angustiado, daba
golpes a las puertas para que lo dejaran salir… He visto muchas cosas y las
recuerdo todas, porque mi memoria se mantiene, aunque no consiga recordar el
nombre de todos los imbéciles que viajaban con Cristóbal Colón para cristianizar
“de buen rollo” a todos los infieles.
Hay pocas cosas de las que estoy totalmente
seguro, pero esta la tengo clara: Hay menos bullying que antes, el que diga lo
contrario no tiene memoria. Los niños de hoy en día están más preparados de lo
que lo ha estado mi generación, son mejores personas, tienen mucha más
conciencia ecológica, más conciencia social y más ganas de hacer el bien. Las
generaciones mejoran. Pero no nos debemos despistar, hoy en día el abuso de los
niños fuertes a los débiles (físicamente hablando) es más visible porque
siempre hay otro que lo graba. Es menos frecuente porque, muchos matones,
tienen miedo de que alguien los grabe. ¿No me creéis? ¿A dónde mira todo el
mundo antes de hacer algo que está mal? ¿A dónde mira el ladrón antes de entrar
por una ventana? ¿A dónde mira el matón antes de dar una paliza a otra persona?
¿Todavía no? “A su alrededor”. El matón se asegura de que todos los ojos que
están mirando sean de su confianza, de que la manada que le rodea sea de machos
beta y no alfa, de que en ese numeroso grupo de conocidos no haya ninguno que
lo pueda traicionar.
Padres, profesores y gobierno
estáis convencidos de que estáis haciendo un gran favor a estos niños ayudándoles
a concentrarse en “lo verdaderamente importante”, pero la realidad es que lo
hacéis por vagos.
Se prohíbe la tecnología en las
aulas cuando lo que debería hacerse es enseñarla. Los niños no saben utilizar
correctamente la tecnología y es una terea que el sistema educativo ha decidido
que deben hacer los padres. Padres, en su inmensa mayoría que se encuentran trabajando
la mayor parte del tiempo y, cuando llegan, tienen que ayudar a sus hijos a
hacer una tarea escolar absurda e innecesaria en varias materias porque todos y
cada uno de los profesores opinan que: la suya es la más importante. Siempre es
más fácil prohibir que reciclarse, siempre es más fácil eliminar pensamientos
modernos que modernizar los antiguos. El sistema se está quedando obsoleto, de
hecho, el sistema ya estaba obsoleto cuando yo estudiaba.
Solo queda la esperanza de que
las generaciones nacidas en el nuevo milenio introduzcan los cambios necesarios
para que, por una vez en la historia, nos intentemos adelantar a nuestro tiempo,
en lugar de luchar para detener un futuro imparable.
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